¿Cómo ha llegado a relacionarse el turismo a una actividad problemática? ¿Por qué no nos gusta que nos califiquen como turistas? Los beneficios a corto plazo derivados del turismo de masas que se basaba únicamente en el incremento continuado del número de visitantes ha generado un modelo insostenible que ha manipulado considerablemente el concepto de turismo.
Hasta no hace mucho, la sostenibilidad era un concepto utópico; en la actualidad, nadie duda que el turismo deba ser una práctica sostenible. Pero, desarrollada la filosofía, ¿cómo pasar de la idea teórica para aplicarlo en la práctica?
El objetivo principal del turismo sostenible es la reducción del impacto negativo del turismo. Se redefine el turismo para que tanto en la actualidad como a largo plazo sea ecológicamente soportable, económicamente viable y socialmente equitativo.
Algunas de las tendencias del turismo sostenible son la preferencia por viajes con bajo impacto ambiental elegiendo los destinos en base a sus atractivos naturales promoviendo su conservación e interesantes desde un punto de vista cultural y social.
Ya desde principios de los años noventa se desarrollan diferentes iniciativas tratando de aplicar principios básicos de la sostenibilidad en el turismo con el objetivo de cambiar el modelo tradicional de oferta homogénea y estandarizada con escasa voluntad de integración a la cultura y tradiciones locales hacia una oferta heterogénea donde lo autóctono toma protagonismo.
Pero al ser un concepto falto de concreción, amplio y complejo existe cierto riesgo de que a la hora de ponerlo en práctica hayan interpretaciones erróneas. Es relativamente común apostar por uno de los tres pilares fundamentales del desarrollo sostenible, normalmente el económico, sin desarrollar los objetivos relacionados con la integración social o el impacto ambiental.
Ésta es la definición de turismo sostenible de la Organización Mundial del Turismo:
“Aquellas actividades turísticas respetuosas con el medio natural, cultural y social, y con los valores de una comunidad, que permite disfrutar de un positivo intercambio de experiencias entre residentes y visitantes, donde la relación entre el turista y la comunidad es justa y los beneficios de la actividad es repartida de forma equitativa, y donde los visitantes tienen una actitud verdaderamente participativa en su experiencia de viaje.”
No hay duda de que el turismo puede asumir el papel de liderazgo en la adopción de planteamientos sostenibles, pues tiene la capacidad de crear incentivos económicos para proteger recursos que de otro modo carecerían de valor en el mercado. Tiene el poder de agilizar la aplicación e integración de las técnicas de planificación y gestión de turismo sostenible permitiendo un diagnóstico territorial adecuado permitiendo a su vez evaluar periódicamente la eficiencia de las medidas adoptadas.
El turismo somos todos. La responsabilidad no recae únicamente en administraciones públicas o privadas, sino que cada uno de nosotros hemos de ser conscientes de ello y actuar conforme a estos valores para que el turismo sostenible sea una realidad.
Hay cierta resistencia a lo nuevo pero como dice Oscar Carrión, experto en Dirección de Empresas de Hostelería, “o cambias, o lentamente desapareces”.