¿Disfrutar... en zona de borrascas?
La perspectiva de navegar el Océano Pacífico Sur desde la Polinesia hasta Ushuaia llegando en pleno invierno, me seducía pero quizá no era del todo consciente de lo que suponía, o simplemente, tal vez, no quise pensarlo en detalle, pues es de uno de los mares más exigentes en cuanto a condiciones meteorológicas se refiere.
Si bien es cierto que siento predilección por las navegaciones largas, siempre he preferido el calor, las travesías por los trópicos. Y modo muy conservador, sin forzar el velero, cuidándolo y pensando cada maniobra para que todo dure.
La idea de navegar por Cabo de Hornos por ejemplo, hasta hace no mucho me causaba entre rechazo y miedo. No comprendía bien el porqué de exponerse al ‘peligro» de esta manera. Estos pensamientos venían acompañados de una sensación de no sentirme capaz de reaccionar ni ser competente ante esas condiciones.
Y… Hay que ver lo que hacen las millas y cómo somos capaces de ir más allá.
He ido pasando por distintas etapas de aprendizaje y crecimiento en la navegación y en este momento me siento muy tranquila y segura, escribo cuando justo acabamos de pasar el paralelo 30º Sur y ¡vamos por los 40 bramadores!
Son situaciones que únicamente había leído en libros. Y las veces que he tenido la oportunidad de charlar con navegantes que habían navegado estas aguas, tan solo de escuchar cómo describían la intensidad de las olas… más que motivarme, me reafirmaba que eso no era para mi.
Pues… hoy ha sido uno de esos días en los que la sonrisa no se borra. Estoy feliz de estar aquí viviendo esto. Feliz de no haber cedido a los miedos.
Confieso que una semana antes de iniciar esta etapa de la travesía, la de los Mares del Sur, estaba un poco nerviosa pensando en todo lo que podía llegar a pasar y preguntándome porqué había dicho que sí, ¿qué necesidad de exponerme a meteo tan adversa?
Ahora sin embargo, estoy disfrutando como una niña. Navegar, al fin y al cabo, es como un juego para adultos. Conscientes del peligro, las normas del juego las impone la meteo y tu eliges el nivel al que quieres jugar.
Nosotros esta vez hemos elegido un nivel superior al que acostumbro a jugar… Lo que requiere mucha más concentración.
Descargamos la meteo mínimo una vez al día y planificamos estrategia conforme a lo que llega.
Estamos ahora en:
32º 02.5’ S – 127º 24.5’ W
Las borrascas ya llegan a este punto puesto que en invierno las borrascas llegan hasta latitud 30-35º, mientras que en verano están más al Sur.
Al analizar la meteo en global para ver como se comportan anticiclones y borrascas. Vemos que las borrascas van del 30-50º y avanzan hacia el Este. Van rápidas, nos pasarán por encima.
Nuestra estrategia se basa en navegar las borrascas por su parte NE, aprovechando el viento del Oeste. La borrasca sigue su camino hacia el Este así que nosotros terminamos por recibir viento de Norte.
Nos pasa por encima, llega la lluvia y con ella algún cambio de dirección del viento que generalmente también hace que aumente, hemos de estar muy pendientes.
La foto que ves más arriba es la trasluchada involuntaria que hemos vivido hoy. Primer momento ‘tenso’ e inesperado de toda la travesía en el Pacífico.
Ha pasado todo rapidísimo. Por suerte era de día. Aunque la visibilidad ha llegado a ser casi nula en algunos minutos.
Estábamos todos en el salón, casualidad en un cambio de guardias. Mirando el radar vemos una mancha roja casi encima del barco. Y llega de la nada un role repentino que hace trasluchar al velero.
No fue violento, llevamos retenida. Así que con calma, Pedro sale a variar el rumbo, pero de repente…
La escora aumenta en la banda contraria, en el interior comienzan a caer las cosas… Miramos fuera y… TODO ES BLANCO, ya no nos escuchamos bien. El viento ha aumentado hasta 50 nudos, una cortina de agua mengüa la visibilidad.
Y las olas… ¿Cómo han podido llegar a crecer tanto esas olas?
Por un momento Pedro, el capitán, nos indica con las manos que nos quedemos en bañera, ha de estabilizar el barco y comprender qué está pasando.
Pasados un par de minutos, me dice que coja la rueda, que él va a bajar la vela mayor.
Cuando salgo y miro alrededor, no doy crédito.
Nunca antes había vivido olas tan enormes como las que he vivido hoy. Así se lo transmito a Pedro, añadiendo… «haré lo que pueda la rueda, nunca antes he llevado un barco con estas condiciones».
No estaba nada segura de poder gobernar el velero con semejantes paredes rompiendo alrededor y… sobre cubierta. Los brazos se cansan relativamente rápido. La emoción es alta. El miedo no llega.
Es curioso pues visto desde fuera y sacado de contexto, una situación como estas creo que se ve mucho más peligrosa que cuando estás dentro. A nuestro favor, contamos ya con muchos días en la mar, estamos habituados y marinizados, y sobre todo, estamos concienciados de que este tipo de situaciones las podríamos llegar a vivir.
Bajamos la vela, ponemos piloto automático y comenzamos a debatir, qué ha pasado, cómo hemos actuado. Estamos muy emocionados. El mar está precioso.
El viento duró al menos 1 hora más y las olas… wow. Hipnotizaba mirarlas.
Qué gran entrada en los 40 bramadores. A partir de ahora, el nivel de concentración y alerta ha de aumentar. No puede volver a ocurrir, quedan muchas millas por delante todavía.
Un comentario
Paula! Te escribo desde las antípodas, desde Seattle. Me encanta seguiros y ver como dais respuesta a las circunstancias. Aquí en Seattle, hay una cultura marina muy rica. Ya sabes donde tienes tu barco cuando vengas! Un abrazo y felices travesías!