Esquivando icebergs con 50 nudos
Hace aproximadamente una semana viví una de las experiencias más extremas de mi vida como navegante.
Recién terminábamos una expedición por la Antártida, esta vez llegamos más lejos que nunca, ¡rozamos el círculo polar antártico!
Aquí te comparto un breve video de 30 segundos que captura la esencia de lo vivido en esta experiencia que sí considero extrema pero… ¡aviso! No refleja la vida en la Antártida.
Esto ocurrió tras terminar la expedición, cuando decidimos emprender la vuelta a la Patagonia tras 10 días por explorando la Antártida, y de repente… ¡Nos encontramos esquivando icebergs con más de 50 nudos de viento en medio de un mar que habíamos considerado «libre» de hielos, sabiendo que la meteo nos daría de guerra durante unas horas, aquí el video.
Es curioso, pues siempre me consideré una persona que disfruta de una cierta seguridad, conocer mis limitaciones me ha ayudado a saber hasta dónde puedo ir sintiéndome cómoda. Y no, lo que he vivido en esta última travesía a la Antártida así como los últimos meses por el Pacífico, no lo hubiera considerado como “tenerlo todo bajo control”.
A nivel personal, siento una gran diferencia en mi actitud y serenidad desde mi última travesía por el Pacífico Sur (en pleno invierno austral). Me he dado cuenta de que me siento realmente cómoda, a gusto y capaz en situaciones que antes me habrían intimidado. Es una sensación profundamente satisfactoria.
Para mi sorpresa, ¡me han encantado este tipo de navegación tan tan extrema! Me he sentido cómoda bajo condiciones que yo hubiera considerado antes: innavegables.
Me encuentro constantemente preguntándome: ¿por qué me gusta tanto esto? Ya podría conformarme con navegaciones más tranquilas, menos arriesgadas…
Siento como si estuviera en una fase de negación, aún procesando esta evolución en mi forma de navegar. No dejo de asombrarme de cuánto he disfrutado de cada momento, incluso en las condiciones más adversas. Y ahora, no puedo evitar preguntarme qué nuevas aventuras nos deparará el futuro, ¡esto engancha!
Fuerza 9, rachas de hasta 55 nudos, repleto de icebergs, las olas creciendo rápidamente y frío, mucho frío.
Ha sido un gran trabajo en equipo, contínua colaboración, buenísima actitud y mucha concentración.
Pedro y yo nos íbamos turnando en cubierta, más que por cansancio, por frío, estábamos empapados, las olas chocaban contra el casco y casi parecía que lloviera.
Nuestro objetivo: observar y variar rumbo, junto a la rueda, en cubierta sin protección de viento y olas.
El resto de tripulación se turnaban cada 2 horas en cubierta protegida, súper atentos indicándonos rumbo para sortear los icebergs.
A vela, trinqueta y 4° rizo de la mayor, necesitábamos potencia para poder surfear esas olas, entre icebergs el periodo era corto. Ir a motor no era una opción, pues las olas nos hubieran zarandeado a su libre albedrío.
La sensación a bordo que sentí fue de compenetración y superación en equipo, los 12, fue alucinante.
Sabíamos que era realmente peligroso chocar contra los icebergs, los que veis en los videos son grandes(muy complicado grabar en esas condiciones, por cierto), pero había bastantes hielos que tan solo se veían cuando ya casi estábamos encima, semisumergidos.
La tripulación nos iba dejando ropa seca para poder salir a cubierta, ya que cada vez que entrábamos parecía como si nos acabarán de tirar varios cubos de agua encima.
Ha sido extremo, maravillosamente extremo.
Estuvimos unas 10 horas turnandonos en cubierta con unos 45 nudos de viento, olas poderosas y sorteando icebergs. Luego siguieron ~12h más con mucho iceberg pero ya permitía poder hacer las guardias a resguardo.
El día después, Pedro y yo nos encontrábamos bastante cansados y hambrientos. También algo malos, ambos vomitamos como a las 24h de la ‘batalla’, ¿quizá por frío?
Cuánto regala el mar, aprendizaje constante.
Esto ocurrió durante el Taller de Navegación Polar en enero de 2024 junto a @alegriamarineros a bordo del velero Copérnico Doblón, custom de aluminio de 68 pies, 20m.
Y repito, no es lo común en la Antártida. He realizado 3 expediciones a la Antártida y es la primera vez que lo hemos vivido, como algo excepcional (y maravilloso).
Gracias Lía, Omar, Joan, Mikel, Félix, Ricardo, José, Adrián, Rosa y Xavi, ¡muchísimas gracias!